EL ROADTRIP LUNAMIELERO

Si te hablo de una luna de miel, muy probablemente te imaginarás en una playa paradisiáca con tu amorcito, compartiendo coctelitos y viviendo un amor desbordante. ¡Qué buena manera para cerrar el trato del matrimonio! Aunque… al tratarse de algo tan íntimo, con mi esposo decidimos hacerlo a nuestra manera, con reglas propias y lanzándonos a una aventura sin precedentes en nuestras respectivas vidas de andariegos.

Creo que se nos fue la mano, porque tuvimos que sortear con cualquier clase de eventos casi canónicos. Ha sido uno de los mejores borondos que me he pegado en la vida porque parecía más a un reality de supervivencia, que a un viaje romántico adornado por toallas en forma de cisne.

Era un roadtrip, algo que los colombianos por lo general practicamos a través de operadores turísticos por jornadas de tiempo más bien cortas, dependientes de las vacaciones escolares o del trabajo. A veces también vemos esa experiencia de viaje a través de las historias de algunos locos que se lanzan a hacerlo en carro, moto o en bici, de manera independiente. Este era nuestro caso. Era el turno de ser esos locos.

Decidimos ir en carro, porque andábamos engomados con una Renault Duster. La idea era aprovechar su potencial de 4×4. Conseguimos una cocina de esas de camping y nos recargamos con un mercado no perecedero y de fácil preparación porque no teníamos ni idea de qué tipo de comida habría o incluso, si habría comida.

La marcación de la ruta la pensamos con base en algunas experiencias pasadas de viajes por tierra, combinado con nuestro espíritu curioso y metiche para adentrarnos en destinos desconocidos. Agarramos un mapa físico de NatGeo Maps de Colombia y tomamos la decisión de llegar hasta el punto más norte de Colombia: La mítica Punta Gallinas.

«Ya hemos estado en Leticia, en Vichada, en Bahía Solano, En Providencia… Sólo nos falta Punta Gallinas y coronamos los extremos de Colombia»

Dijimos con ilusión, sin saber lo que se nos venía pierna arriba.

Desde que estuve en Mayapo (Guajira), siempre quise avanzar hasta Punta Gallinas, pero… Si para uno que vive en Bogotá ese punto es súper lejos, pues para los mismos guajiros, sigue siendo lejos. Son 255 kms desde Riohacha hasta el punto más norte de Colombia y créeme que cada kilómetro se siente. Súmale que el retorno lo queríamos hacer por un camino distinto para sacarleel juguito a la distancia que estábamos por recorrer.

Lo más loco del asunto, es que también nos llevamos nuestras bicis de montaña Cube. La idea era saborear lo que más pudiéramos las diferentes carreteras por las que íbamos a pasar y también, para gaminear un poquito por las calles de las poblaciones que más nos gustaran.

Por las bicis, la logística del día a día era ruda y muy extenuante. Teníamos que bajar todas las noches cuatro maletas súper pesadas y las bicis, ya fuera para usarlas o para guardarlas en la noche. Y además, teníamos que pedalear sí o sí. Por eso, nos darían diversión por todo lado.

Las cosas se complicaron un poco por ellas: mandamos a apretar el porta bicis para que quedara súper fijo sin la posibilidad de bajarlas parcialmente, y esto prodijo que no pudiéramos abrir el baúl. La idea con esto era evitar que por el duro trajín que viviríamos día tras día, el rack se cediera y terminaran las bicis desmayadas en la carretera (ya me había pasado).

Esto provocó un sinnúmero de problemas porque para sacar algo del baúl, tocaba bajar las bicis totalmente. Imagínense después de empacar todo, montar las bicis en el rack con las correas y la cadena, y que a alguno de los dos se nos olvidara sacar algo del baúl… Eso era motivo de discordia; una verdadera luna de miel. ¡Ja! Pero ¡cómo la pasamos de bueno!

Esta experiencia requería logística y locura en dosis iguales. Nos echamos la bendición y arrancamos. Esta fue la ruta del Roadtrip Lunamielero. Espero que te guste y que puedas hacer esta o más profundas hazañas carreteables.

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LA RUTA

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