PUNTA GALLINAS, ¡IMPERDIBLE!

En mi anterior entrada te dije que el viaje a la Alta Guajira debería ser una peregrinación obligada como colombianos. Ver de frente todo lo que aparece en redes sociales o en la televisión te abre la mente y el corazón para descubrir el verdadero rostro multicultural y enigmático del país. 

Muchos de los viajes que uno hace a este tipo de destinos exóticos pueden resultar retadores. No es fácil, no es tan económico y tienes que estar a disposición enteramente a la experiencia. 

Estás a merced del clima, la geografía, el destino y de las comunidades indígenas. 

En mi anterior entrada, te conté sobre el guía que conseguimos ya que es casi imposible hacerlo sin uno. Tras pasar un día en Cabo de la Vela, madrugamos  para enrutamos hacia el objetivo principal de nuestro Roadtrip Lunamielero.  

ALTA GUAJIRA: LAS FORMAS DEL SILENCIO

Si algo describe muy bien a un desierto, es el silencio. Y no me refiero sólo a la ausencia de ese ruido característico de las poblaciones con algo de avance. El silencio tiene más formas en la Guajira: el infinito de su horizonte desértico, el murmullo del viento incansable, las cabras lejanas que se la rebuscan en una vegetación a duras penas existente, que al igual que sus pastores, se la rebuscan también a punta de turismo. 

Algo lindo del silencio, es que nos escuchamos y nos observamos como realmente somos. Por eso la Guajira nos deja ver el verdadero rostro de Colombia

Los wayúu habitan y sobreviven en la zona, para sorpresa de muchos. Tienen sus propias formas de riqueza, también sorprendentes para nosotros. 

Cuando una mujer wayúu se casa, su esposo debe ofrecer una dote a su familia, compuesta principalmente por 3 de las 4 cosas más importantes en cuanto a la economía wayúu: cabras, oro y vacas. 

La cuarta cosa está a cargo de la mujer: la artesanía y el trabajo manual. Un arte milenario básico el cual aprenden cuando alcanzan la adolescencia como parte de su preparación para la vida en familia. 

Volviendo a las cabras, ellas son guerrerísimas y pueden dar leche y carne de manera rápida y en buena cantidad, una vez cumplen el 1er año de vida. Cada familia por mal que le vaya, tiene entre 10 a 60 cabras.  Cantidad que pueden duplicar si se lo proponen. 

Me causó mucha curiosidad ver que tanto hombres como mujeres wayúu tienen tremendas piezas de oro colgadas en sus cuerpos. Es algo que les otorga respeto y relevancia dentro de sus comunidades.

Nunca había visto tanto oro en otro pueblo o ciudad en Colombia. 

Estamos acostumbrados a que el discurso característico de la Guajira siempre sea la escasez y la falta de todo. Pero su riqueza radica en otros aspectos que deberíamos empezar a observar con sana curiosidad. 

Obvio hacen falta muchas cosas, como el agua y la energía eléctrica. Además, tengo la sospecha de que los niños son unos sobrevivientes acérrimos de estas comunidades. Sentí que son los que más llevan del bulto dentro de sus propias casas. 

No he investigado seriamente el tema, pero según me contó una conocida que ha trabajado con varias comunidades indígenas del país, los niños wayúu son los últimos en comer, ya que los turnos para comer se basan en la  jerarquía; es decir que los ancianos y ancianas tienen la prioridad. 

Esto, dice ella, ha formado el carácter de muchos niños para poder conseguir comida, agua y golosinas. Uno mismo puede sentir esa energía cuando se enfrenta a los retenes wayúu que están por doquier en la Alta Guajira. 

Por otro lado, los wayúu tienen sus propios territorios en los que se dedican a comerciar de diferentes formas, ya sea a través del trueque o el comercio. Y una de esas formas es a través del turismo. 

Muchos resultamos yendo, en búsqueda del embrujo silencioso del desierto y sus secretos lejanos. Pero la cara turística tiene sus matices. 

Según un reporte de la Cámara y Comercio de la Guajira para el año 2024, hubo una notable disminución de flujo turístico causado en un gran porcentaje por el estado de las vías y sus constantes bloqueos. Esta es otra forma de silencio. 

Meterse a las fauces de esta tierra árida, difícil y preciosa llamó poderosamente mi atención y sin prejuicios, nos adentramos.

Te invito a que te dejes envolver por la Guajira con tu corazón abierto. 

UNA CARRETERA ENIGMÁTICA Y RETADORA

La idea era irnos temprano para poder alcanzar a disfrutar del Mirador, de las Dunas de Taroa y de una sorpresa que nos tenía preparado el guía para por la noche. El tiempo en carretera se estimaba en unas 5 horas, unos 130 kms de carretera sin marcar atravesando el desierto místico de la Guajira. 

El guía se llama Eduardo, para que lo tengas presente en esta narración. Es un wayúu corpulento, de tanto tomar leche de cabra, según él. Eduardo nos dijo que alistáramos el mercado que les llevaríamos a los retenes wayúu. 

Nos advirtió que así como vimos algunos bloqueos llegando a Cabo de la Vela, los veríamos llegando a Punta Gallinas pero en mayor cantidad. 

Organizamos los mercados y arrancamos con toda la emoción del mundo. Llegamos a la granja eólica que es impresionante. Le pregunté a Eduardo si esa energía iba para toda la Alta Guajira y me dijo que no. Que esa energía iba para otros lugares y que las comunidades habían rechazado abastecerse de esta energía por desacuerdos con la empresa.

Me disculparán si lo que les escribo no es cierto, sólo estoy replicando lo que Eduardo me dijo. 

El tema energético en la Guajira es complejo: la luz se va por largos ratos (casi toda la mañana no tienen luz, porque prefieren guardar el diesel de las plantas para por la noche), las plantas eléctricas con diesel dominan el abastecimiento de electricidad, produciendo humo y ruido constante. Así se tienen que defender para poder tener un ventilador, iluminación nocturna o una nevera. 

Después de impresionarnos con la granja eólica, continuamos nuestro recorrido y empezaron los retenes. Eran en su mayoría niños, y la distancia entre un retén y otro era de menos de 100 metros.

Al comienzo dábamos los mercados con alegría, sintiéndonos agradecidos por permitirnos entrar a su territorio, pero poco a poco la cosa se fue poniendo tensa. 

Muchos de los niños (sobretodo los más grandecitos) no nos recibían las cosas y ni dejaban pasar porque no les agradaba mucho lo que les dábamos. 

Exigían más de una unidad de producto o algo más rico. En cada retén nos demoramos casi 10 minutos insistiendo con respeto que nos dejaran pasar, que teníamos que repartir el mercado equitativamente.

Al final nos dejaban pasar cuando les dábamos efectivo. 

Eduardo era quien se encargaba de la comunicación con ellos, y hablaban en su dialecto. Esto al comienzo fue fascinante para mí, pero noté que mientras lo hacían, nos miraban a mi esposo y a mí con suma desconfianza. Mientras más avanzamos, los retenes se iban poniendo más tensos. 

Hubo un momento en el que nos rodearon como 5 niños y no nos querían dejar pasar, a pesar de que ya les habíamos dado a cada uno su mercado. Al ver que Eduardo les decía que no teníamos más, empezaron a meter las manos dentro del carro y sacaron un par de zapatos. Yo me dí cuenta y los logré agarrar nuevamente. 

Eduardo nos decía que no contaba con que fuera a estar así la situación. Y él, al ser el repartidor de los mercados, trataba de economizar lo que más se podía, pero en menos de 2 horas ya no teníamos nada y nos quedaban 3 horas de camino por recorrer, más las otras 5 horas de regreso. Mientras todo esto pasaba, nos maravillamos con la belleza de La Guajira. 

¿Quieres sentirte vivo, con una aventura etnocultural y maravillarte con los más hermosos paisajes? La Alta Guajira es para ti. 

Nos sentíamos afortunados a pesar de todo. Cuando yo le preguntaba a Eduardo qué opinaba sobre los retenes y qué les decía a sus coterráneos, él me decía: -Yo les digo que no dañen el turismo, que acepten lo que les damos que no es poco; a los niños les digo que estudien, que yo sé que ellos tienen en casa y que no hay necesidad de pedir tanto-. 

EL RETÉN WAYÚU MÁS COMPLEJO 

Llegando ya a mitad de camino y felices porque ya casi íbamos a llegar al lugar que más esperaba ver, que eran las Dunas de Taroa, nos encontramos con un retén más desarrollado: tenían cadenas y candados divididos en tres secciones, una delante de la otra. 

Al chico que nos recibió en el retén, le dimos su respectivo mercado agrandado porque vimos que eran varios adultos, los cuales recibió sin decir nada. Pensamos que nos iba a dejar pasar pero no fue así. 

Había muchos productos lindos artesanales wayúu y 3 tiendas con más cosas para la venta. Eduardo se bajó para hablar con ellos y regresó con cara de preocupación: -Muchachos, que no nos dejan pasar hasta que no bajen y miren las cosas que están vendiendo-. 

Nosotros hicimos caso, nos bajamos y observamos los lindos productos. Preguntamos los precios y estaban súper elevados. Analizando que no había internet o cajeros, éramos algo cuidadosos con el gasto de efectivo, por lo que decidimos comprar unas bebidas, pero… Cometimos el enorme error de no llevar billetes pequeños.

Cuando nos dieron las bebidas, pagamos con un billete de $50.000, porque no teníamos más. Al recibir el billete, nos quedamos esperando el cambio, pero no nos lo dieron y nos dijeron que ya podíamos pasar. 

Yo les pregunté por los vueltos, pero una de las indígenas me dijo que no tenía efectivo y que no me daría el cambio. Entonces yo le dije que entonces ya no podríamos comprar las bebidas y ella me indica, que de ser así, no nos dejan pasar. 

Eduardo entonces se pone a hablar con ella en dialecto wayúu y salen otros más a enfrentarse contra él. Duraron gritando como 15 minutos, y ellos a veces decían en español que nosotros éramos unos desconocidos que ni sabían de dónde éramos y que sólo queríamos aprovecharnos de ellos. La verdad esa acusación me sentó mal y se me salió la llanera. 

Les dije: -Mucho gusto, soy Gisel Ramírez, proveniente de los Llanos Orientales, vivo en Bogotá y con mucho respeto les digo que venimos con mucho amor a conocer sus tierras, para hablar bien de ustedes, pero lo que hacen no está bien. Por favor, reciban los  mercados que les dimos como pago por dejarnos pasar. 

Decirles esto desató la ira del anciano del combo, y nos echó del lugar, sometiéndonos a la posibilidad de devolvernos y perder todo el viaje hecho hasta ahora.

Me di cuenta de mi error y procedí a pedir perdón. Les rogué que nos dejaran pasar, que entendieran que no estaba cómoda con la situación de que nos obligaran a comprar cosas y que no nos dieran el cambio del billete. 

Entonces ellos dijeron que claro, que nos dejaban pasar pero que ahora debíamos pagar $50.000. ¡Díganme si eso no da frustración! Ante esto, Eduardo sacó de su propio dinero y me pasó la suma exacta por las bebidas y yo procedí a negociar: -Miren, aquí les compramos las bebidas, pero no nos cobren los $50.000 que aún tenemos mucho por andar y repartir, y disculpen nuevamente las molestias.-

Gracias a esto, logramos pasar. Pero quedamos rayados y con el temor de cómo iría a ser el regreso. No queríamos saber cómo nos iban a recibir a la devuelta. 

Eduardo se disculpó y nos contó que esa familia de wayúus lleva poco tiempo con ese puesto. Contó además que en una ocasión él venía con un grupo de paisas, en 3 carros. Esta familia le aplicó la misma metodología (les estaban cobrando $50.000 a cada camioneta por dejarla pasar) pero los paisas decidieron devolverse, perderse de Punta Gallinas y no pagarles absolutamente nada. 

A partir de ahí, se nos estaban agotando los recursos, era insostenible darle mercado a todos. Así que nos tocó empezar a dar de nuestras provisiones para el viaje y como no teníamos dinero sencillo, Eduardo nos hizo el favor de cambiar por sencillo el efectivo que llevábamos, el cual se nos agotó totalmente al llegar a las Dunas de Taroa. 

Estábamos exhaustos pero cuando llegamos a las Dunas, el drama se disipó y supimos que había valido la pena tanto perendengue. 

TOP 5 DE EXPERIENCIAS INFALTABLES EN PUNTA GALLINAS

Después de ese duro trayecto, logramos llegar a uno de los destinos más increíbles que puedas imaginar en Colombia. 

LAS DUNAS DE TAROA

Sinceramente lloré al ver la belleza eterna de las Dunas de Taroa. Me rendí ante la majestuosidad de la arena naranja y el mar bravo de color azul profundo. El cielo se abrió creando un paisaje a dos tonos perfecto y sin igual. 

Nadamos en sus aguas, comimos friche (cabrito asado) y nos sentimos afortunados por haber logrado atravesar medio país para llegar hasta aquí. Me imaginé los libros de Gabriel García Márquez cuando describe el desierto de La Guajira. Imaginé a la Cándida Eréndira encontrando su libertad yendo hacia el mar con la arena naranja enredándose en sus trajinados pies. 

Cuando ya íbamos para la Bahía La Hondita, donde pasaríamos la noche, la dueña del restaurante cerca a las Dunas de Taroa nos había dicho que podíamos pagarle por transferencia, que ella tenía internet, en vista de que ya se nos había acabado todo el efectivo. Fuimos a pagarle conectándonos a su internet y en la cuenta, nos cobró $20.000 adicionales por usar el internet ¡Para pagarle! 

¡Ay, Dios mío! Espero no estar exagerando pero esto me pareció muy loco. En fin. 

PASAR LA NOCHE EN BAHÍA LA HONDITA: EL ATARDECER MÁS BELLO Y EL MILAGRO DE LA BIOLUMINISCENCIA 

Nos fuimos hacia la bahía y tuvimos la oportunidad de ver un paisaje precioso, montamos un rato en bici y en la noche, tuvimos la sorpresa más hermosa de La Guajira: Ver animalitos bioluminiscentes jugando con nosotros en medio del  mar nocturno. 

La Guajira te da estas dos grandes experiencias. Son oportunidades difíciles de lograr en cualquier lugar y para mí valía la pena atravesar esa enigmática carretera para lograrlo. 

Bahía La Hondita tiene varios hospedajes con algunas comodidades, pero como les decía en mi anterior blog, el agua no es del todo dulce, la luz se va por ratos y toca aguantar algo de calor si no duermes en chinchorro. 

El atardecer nos dejó mudos y felices. Y en la noche, fuimos a la playa para ver la bioluminiscencia. Nos metimos en el mar y notamos que con cada movimiento que hacíamos, pequeñas estructuras brillantes se movían como estrellas miniaturas. Fue simplemente hermoso. El agua no estaba tan fría y la luna brillaba en lo alto. 

Este efecto era producido por organismos súper chiquitos que reaccionan al movimiento. Al mar de noche le tengo respeto, pero estaba en sus aguas y no pude hacer más que rendirme ante su luz y su oscuridad. 

No tuve la oportunidad de tomar ninguna foto o video porque tanto mi cámara como mi celular, ya estaban sin batería y seguirán así hasta llegar a algo de civilización. 

IR AL FARO DE PUNTA GALLINAS

Es la razón del viaje. El paisaje es más que hermoso y la energía que sientes aquí es envolvente. Las mejores fotos salen de aquí. 

No esperes un faro de la magnitud del de Cabo de la Vela, pero seguro te será muy evidente la belleza que lo rodea.

IR AL MIRADOR CASARES

Una de las mejores vistas panorámicas del sector. Deja volar tu imaginación y visualízate en medio de la grandeza de la Guajira. 

¿QUÉ COMER ALLÁ?

Al día siguiente, ya resignada a la pérdida, llegamos al Faro de Punta Gallinas y fuimos a una ranchería a comernos casi 20 langostas por $30.000, otro milagro manifestándose. 

Al cabo de unos días logré recuperar el material y por esa razón puedes ver estas fotos y el video. Ojalá no le hubiera dado tanta importancia en su momento. 

Las langostas estaban deliciosas, nos las devoramos una a una como si fuese el mayor milagro gastronómico de la vida. Jamás encontraríamos tantas langostas a ese precio en otro lugar. Mientras estábamos en eso, apareció una cabrita mancitica y suave. Quería mimos y amor. ¡Era tan bella! Mi esposo me recriminó jocosamente como: -¡Y tú has comido cabra todos estos días!- y sí, tenía razón. 

El friche es una delicia a la que no pude resistirme y volvería a comer si se me presenta la oportunidad. Es carne oreada con sal de cabra, acompañada de arroz ‘guerrillero’ (con fideos fritos), tajadas y lentejas. O sea, un manjar en todo su esplendor. Yo sé que las cabras son lindas, pero de eso se trata la producción agropecuaria. 

Esos dos platos te los recomiendo cuando vayas por allá. 

Recomendaciones infaltables en la Alta Guajira

  1. Ten paciencia con las personas: Habrá demasiados lugareños insistiéndote en que adquieras sus servicios de guía o sus productos. Sé paciente, no te alteres y fluye.
  2. Viaja en temporada de verano (desde Diciembre hasta Marzo), porque en tiempo de lluvia el recorrido puede durar más de 20 horas o incluso días.
  3. Te va a entrar arena hasta por los oídos: y el agua es escasa. La poca que hay no está del todo desalinizada entonces si te logras bañar, vas a quedar con sensación pegachenta. Usa gafas, gorra y buffs. Si vas en carro, va a tener arena por meses. Todavía le sigue saliendo arena de la tapicería a nuestra camioneta.
  4. Lleva mucha agua, el recorrido puede tomarte hasta 3 días. Te recomiendo comprar un garrafón de 6 litros de agua y 4 bolsas de agua de 6 litros para hacerle refill y así las podrás transportar más fácil.
  5. Según la ley colombiana, es legal llevar cierta cantidad de gasolina, pero procura hacerlo en contenedores seguros que puedas poner fuera del carro. A nosotros nos tocó llevarlo adentro y el olor a veces se escapaba.
  6. Aprovecha tu paso por Riohacha para comprar gasolina y mercaditos. De una vez te digo que así compres 1 millón de pesos en alimentos y agua para la comunidad, no va a ser suficiente. Procura organizar las ayudas en cantidades prudentes para que te alcance, pero una vez se te acabe, tendrás que dar dinero.
  7. En cuanto al efectivo: Lleva menudo (dinero en denominaciones sencillas) ojalá no monedas. A algunos indígenas no les agrada recibirlas y te pueden evitar el paso si no están conformes con lo que les das. Si llevas billetes grandes será un problema porque nadie te va a dar cambio. Lleva muchos billetes de $2.000 COP y evitarás muchos líos.

Toca llevar efectivo porque este es de los lugares en los que ni un Banco Agrario encuentras. Además tienes que llevar un presupuesto destinado solo para ayudas a la comunidad.

8. Si vas en carro propio, podrás tanquear por última vez en Uribia y cargar una pimpina (Ojalá la tengas con anticipación o la compres en Riohacha). Vas a necesitar cada gota de gasolina, no la regales o la vendas por más que te insistan.

9. El precio de la gasolina es medianamente favorable o al menos más económica que en otros puntos del país. No te recomiendo depender de las pimpinas que venden en las tienditas o carpas; el precio es muy alto y no dan ni un respiro. Pueden ser útiles si no hay más opción o si vas en moto.

11. Los guías cobran alrededor de los $400.000 COP por acompañarte si vas en carro. Pero la cifra puede subir. Si piensas que pagando adelantado no te van a cobrar extra, no va a funcionar. Te lo digo por experiencia. En mi próxima entrada te cuento por qué.

12. Si haces la aventura en carro propio, llévalo en buen estado y ojalá que sea 4×4. Nuestra camioneta es una Renault Duster y dió la batalla con honor y calidad.

10. Una vez dejes de lado todos estos detalles de la supervivencia, abre tu mente y tu corazón para la experiencia más hermosa. Los paisajes que verás te cambiarán la vida.

A pesar de todas las peripecias para llegar allí, La Guajira es la peregrinación etnográfica más importante que deberíamos hacer como colombianos.

Sobre los ‘Peajes Wayúu’

Debo confesar que pasamos muchos momentos tensos cuando nos detenían estos peajes. Los reconocerás a lo lejos porque salen niños corriendo prestos a poner la ‘talanquera’, que puede ser una cuerda, un palo o un tronco.

Hay otro tipo de peajes que son más elaborados: Usan cadenas o varas metálicas, que por lo general son manejados por adultos jóvenes y adultos mayores. Estos eran los más tensos, ya que era muy complejo satisfaserlos con algo que no fuera más de $10.000 o $20.000 COP en efectivo.

El asunto no es que no hayamos querido darlos, sino que había un peaje cada 50 metros o cada 100 metros. Era muy rudo e insostenible. No contábamos con eso y el guía no nos advirtió de que fueran tantos peajes. Contamos cerca de 80 peajes, sin contar el dinero que nos pedían por otras razones.

Lo que pude reconocer es que de camino a Uribia, encuentras uno que otro peaje, o casi ninguno. En la vía de Uribia a Cabo de la Vela, verás al menos unos 3 peajes o un poco más. Pero de Cabo de la Vela a Punta Gallinas, la cosa es más compleja, porque puedes encontrarte hasta con un peaje distinto con muy poca diferencia de distancia. Ojo, esto en caso de que vayas en carro propio.

Para hablar tan abiertamente de esto, me sentí un poco incómoda porque mi interés es siempre motivar a que viajes, y no creo que esté bien hablar negativamente de algún lugar de Colombia. Pero pasaron muchas cosas relacionadas con estos peajes que siento la necesidad de contártelo tal cual.

Incluso, para tomar esta decisión consulté con nuestro guía y con algunos wayúu si les parecía muy ruín de mi parte hablar sobre esos hechos en mi página y en mis redes y ellos me respondieron, en resumen:

«Por favor diga todo lo que vivió, hay muchos buenos wayúus que estamos haciendo las cosas un poco mejor pero necesitamos que nos vean, que sepan qué pasa acá. También tenemos que aprender que hay cosas que no están tan bien en nuestro proceder».

«Nosotros los regañamos. Usted se dió cuenta de que en cada peaje, les decimos en nuestro dialecto que no hagan eso, que no tienen necesidad, que reciban así no sea el dinero o el regalo que están esperando, que no dañen el turismo, pero todo esto se puede arreglar mostrando lo que pasa aquí».- Y por esta razón, es que te lo estoy contando todo.

¿Se pueden evitar los ‘peajes’?

No me juzgen, al comienzo yo me sentía realizada dando mercaditos y dinero en los peajes. Es lo mínimo que uno puede hacer por permitirnos ingresar a su territorio. Pero a medida que vas avanzando, te darás cuenta de que el asunto está más bien fuera de control. Como te decía más arriba, nunca será suficiente lo que lleves y cuando se termine el mercado, ya te toca empezar a dar efectivo.

En algunos momentos me llegué a sentir incómoda y abusada en mi buena fe. Es lógico que estas comunidades necesitan ayuda.

Como siempre, pienso que es un tema que se podría resolver con una comunicación más acertiva y organización, para que puedan aprovechar el turismo y que los turistas, se sientan a gusto ofreciendo ayudas y pagando peajes controlados.

Yo no soy experta y muchos de nosotros desconocemos profundamente a la realidad de la Alta Guajira. Sabemos que existe una escases de agua tremenda y que la situación no es muy sencilla. Así que de antemano me disculpo si sientes que esto que te digo es un atrevimiento de mi parte.

Estas fueron algunas estrategias para evitar la cantidad desmezurada de peajes:

  1. Los peajes están más activos mayoritariamente en horas de la mañana. Para evitarlos, puedes agarrar camino después del almuerzo. A esa hora los wayúu descansan. Pero es una jugada un poco arriesgada porque no es buena idea viajar después de las 5pm por estas carreteras. El tema de orden público está controlado en cierta forma por la guardia indígena, pero como siempre, lo mejor es no dar papaya. Nosotros decidimos salir temprano para aprovechar el tiempo y visitar todo lo que teníamos en mente. No nos fue posible evitar los peajes. Es necesario planear el asunto con calma.
  2. Si vas en bicicleta, en moto propia o en moto con guía, podrás evitar el 95% de los peajes. La cosa es que es un viaje de 158 kms por el difícil terreno del desierto, algo retador para el cuerpo, especialmente para las nalgas.
  3. Si vas con camioneta de agencia turística también los puedes evitar al máximo. Ya que los conductores y guías se encargan de gestionar todo e incluso tienen arreglos especiales con los wayúu. La cosa es que el costo es un poco alto. Unas por otras.
  4. Puedes llegar a Punta Gallinas desde Cabo de la Vela por mar: Este plan es llegar de Cabo de la Vela hasta Punta Agujas o incluso directo a Punta Gallinas, por mar. Realmente lo quiero hacer en algún momento de mi vida; en serio que me quedó sonando. El guía nos contó que es posible. De hecho, el plan que propuso fue alquilar una moto desde Cabo de la Vela y llevarla en el bote hacia Punta Agujas o coordinar para que te la alquilen allá. De ahí podrías pasear con libertad por los puntos más chéveres de Punta Gallinas, sin pagar tanto peaje. El único contra que le ví, es que uno no pasaría por algunas zonas de interés de la carretera, como la granja Eólica. Como dicen los budistas, para ganar algo, debes perder algo.

Deja tu comentario, quiero saber cómo te fue o si tienes dudas.

Gracias por leerme. Si vas a la Guajira, no dudes en contarme cómo te fue. 

Deja un comentario