PEDALEANDO DE VILLANUEVA A BARICHARA

Algo me pasa con este tipo de poblaciones. Como que me dan la sensación de que esa siempre fue mi casa en algún punto de la historia de mi alma. Mi esposo y yo nos quedamos en la zona rural, rodeada de carreteras despatadas amarillentas y rojizas con subidas ridículamente empinadas.

Busqué por Wikilok (mi app favorita cuando viajo después de Strava) alguna ruta para hacernos allá. Roey siempre me pregunta si esas rutas tienen muchas subidas o si es muy compleja. Entiendo su preocupación. Todos fuimos ese ciclista que al comienzo le tiene algo de estupor a esas subidas magistrales, pero en algún punto uno termina cogiéndole el gusto a sufrir.

No había nada prometedor para un novato bicicletero. Todas las rutas alrededor tenían desniveles escalofriantes, por lo que decidí ser honesta con él. -Toca sufrir un poquito pero valdrá la pena. Nos vamos a divertir-. Él aceptó el reto y después de pasar una cómoda noche en el Arbnb Buratá, agarramos las bicis para tratar de llegar al casco urbano de Barichara por el municipio de Villanueva.

Primero hicimos una parte de carretera pavimentada en pura subida. Llegando al desvío para ir hacia Villanueva, Roey pedaleaba con más esfuerzo hasta que se dió cuenta de que su rueda delantera estaba más flácida que pantalón de payaso. Yo siempre cargo con mi kit de herramientas pero por despiste mío, no traje la bomba de aire.

A Roey lo que lo pinchó fueron esas espinas engañosas de los limoncillos que se usan como cerca viva en la mayoría de las poblaciones de tierra caliente. Se acercó mucho al borde de la carretera y ahí es donde uno se encuentra con ellas. Apenas veas esos arbustos, trata de no pisar con las ruedas ramitas o chamizos ni acercarte tanto al borde.

Paramos en una tiendita y pregunté a unos albañiles si tenían bomba de aire para bicicleta. Sí tenían pero inflaba más mis cachetes que esa bomba. Aunque soy agradecida, en ese momento peor era nada. Mientras despinchaba la bici, Roey me llega con una cerveza Club Colombia de casi un litro. Yo no lo podía creer.

Juro que esas dos Águilas ya estaban ahí cuando llegamos.

En esta tiendita, puedes refrescar el gaznate con esta cerveza de tamaño king size, como la cama que nos tocó en ese arbnb. Es casi un litro de diversión. No me juzguen, la mayoría de los ciclistas echamos una que otra polita con responsabilidad, sobretodo si la pedaleada es en clima cálido y al rayo de sol.

Después de despinchar, seguimos pedaleando y la carretera se fue poniendo más divertida: las subidas estaban bien retadoras y el clima no ayudaba mucho. No logramos inflar del todo la rueda porque la bomba, como les decía, no estaba tan chévere, y tuvimos que pedalear con sobreesfuerzo hasta llegar a una bomba en Villanueva.

De ahí para adelante le dije a Roey: -Ya tienes aire, ya será más fácil pedalear-. Y la verdad, no fue así (jajajaja). La carretera tenía repechos bien osados, el sol calentaba durísimo y de la nada, comenzó a llover.

El polvo amarillo de la carretera destapada cubrió nuestras bicis y pies. Éramos unos patiamarillos, como llamaban a quienes provenían de esta zona en tiempos de antaño. El paisaje y la llegada a Barichara por esta carretera estuvo increíble. Almorzamos cabrito asado y nos volvimos a meter en la trocha para llegar a descansar.

El sol del atardecer posándose en las gigantescas ceibas y robles, fue más que un regalo del universo. Estábamos agotados y una vez más Roey conoció la felicidad de sentarse en una tienda a descansar después de una buena pedaleada. Échale ojo a mi ruta en bici y me avisas si la harías o si la hiciste.

BURATÁ HAUS

El lugar se convierte en algo más que lindo cuando ves la cama. Es de tamaño king size con almohadas igual de impresionantes y deliciosas que la cama. Me sentía como una pulga en un sanbernardo (jajajaja). Podía hacer 3 botecanelas sin salirme de la cama. Y la ducha es a cielo abierto, decorada con hermosas plantas tropicales.

Cabe mencionar que el diseño es un espectáculo, como muchas de las construcciones del pueblo más lindo de Colombia. Tiene un jacuzzi de agua fresca también a cielo abierto y llega una cantidad de aves impresionante. Las guacharacas le animan el espíritu a cualquiera con su canto característico: cantan como si cayeran dos gotas gigantes de agua sobre un río calmado. ¡Así suenan!

EL MAPA Y LA RUTA PA QUE TE LA HAGAS

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